En los trastornos de personalidad del Grupo A los pacientes suelen mostrar desconfianza, aislamiento o pensamiento mágico, por lo que es fundamental establecer una relación terapéutica basada en la paciencia y la consistencia ya que para los pacientes de este grupo de personalidad el psicólogo o psicoterapeuta suelen verlo como una amenaza.
Para los trastornos del Grupo B se debe considerar un tratamiento para mejorar el control emocional, la empatía y las relaciones interpersonales. La alianza terapéutica debe ser firme pero empática, ya que estos pacientes pueden generar vínculos intensos o conflictivos con el terapeuta. La constancia y los límites claros son esenciales.