El currículo tiene sus raíces en el término latino curriculum, que originalmente significaba "carrera" o "trayectoria". En el ámbito educativo, esta idea se trasladó para referirse al “camino” que los estudiantes recorren durante su formación académica. Así, desde sus orígenes, el currículo ha estado vinculado a la organización de contenidos y experiencias que se ofrecen a los estudiantes con un propósito formativo.
A lo largo de la historia, el concepto de currículo ha evolucionado en función de las transformaciones sociales, políticas, filosóficas y pedagógicas. En sus primeras concepciones, se reducía a una lista de asignaturas o materias que debían enseñarse. Sin embargo, con el tiempo, se ha convertido en un proyecto educativo integral que articula no solo contenidos, sino también objetivos, métodos, recursos y formas de evaluación.
Durante el siglo XX, con el auge de las ciencias sociales y de la educación, el currículo empezó a ser comprendido como una construcción cultural e ideológica. Las influencias de teorías como el constructivismo, el humanismo y el enfoque por competencias han ampliado su alcance, haciéndolo más flexible y centrado en el estudiante. Hoy en día, se entiende que el currículo no solo responde a las necesidades académicas, sino también a las demandas del entorno social, tecnológico y económico.
Además, el currículo moderno se basa en fundamentos curriculares como los pedagógicos, psicológicos, sociológicos, filosóficos y legales. Estos fundamentos permiten que el diseño curricular sea coherente con los valores de una sociedad, con el desarrollo integral del estudiante y con los principios de equidad, inclusión y calidad educativa.