El currículo educativo tiene sus raíces en el latín "curriculum" (carrera o recorrido) y ha evolucionado considerablemente a lo largo de la historia. En la Edad Media se manifestaba mediante el trivium y quadrivium (las siete artes liberales), pero su conceptualización formal comenzó a finales del siglo XIX y principios del XX con Franklin Bobbitt, quien en 1918 estableció las bases para su estudio sistemático.
A lo largo del siglo XX, el currículo fue influenciado por diversas corrientes: el enfoque tradicional centrado en la transmisión de conocimientos, el movimiento progresista de John Dewey que enfatizaba el aprendizaje experiencial, el enfoque conductista de Tyler y Bloom orientado a objetivos medibles, y la perspectiva crítica de Paulo Freire que cuestionaba las relaciones de poder en la educación.
Actualmente, el currículo se entiende como un concepto multidimensional que incluye el currículo formal (documentos oficiales), el real (implementado en el aula), el oculto (aprendizajes implícitos) y el nulo (contenidos deliberadamente omitidos). Las tendencias contemporáneas incluyen el enfoque por competencias, la integración tecnológica, la interculturalidad, perspectivas globales, personalización del aprendizaje y atención a habilidades socioemocionales.
El currículo continúa evolucionando como respuesta a los cambios sociales, económicos y tecnológicos, reflejando la tensión constante entre tradición e innovación educativa.