Hola Maissa, respondiendo a tu pregunta: Sí, podemos afirmar que el bajo rendimiento escolar está, en muchos de los casos, más relacionado con la falta de sueño que con la falta de esfuerzo, porque dormir no es simplemente descansar, sino un proceso biológico esencial para el aprendizaje. El sueño consolida la memoria, organiza la información y prepara al cerebro para enfrentar nuevos desafíos, por lo que sin él, incluso el mayor esfuerzo pierde efectividad. Sin embargo, vivimos en una cultura y un sistema educativo que muchas veces glorifica el sacrificio, premiando al estudiante que trasnocha, que se exige al límite, como si el agotamiento fuera una prueba de compromiso. Esta lógica es profundamente contradictoria, porque exige rendimiento sin garantizar condiciones mínimas para alcanzarlo. Como estudiante, he comprobado que el cansancio deteriora no solo el rendimiento académico, sino también el bienestar emocional, y como futuro docente, me parece urgente repensar este modelo. No se trata de elegir entre dormir o esforzarse, sino de entender que el descanso es una condición necesaria para que el esfuerzo sea verdaderamente significativo. Por eso, más que culpar al estudiante por no rendir, habría que preguntarse si estamos ofreciendo un entorno que respete sus necesidades básicas, empezando por algo tan elemental, y tan ignorado (como dormir bien).