La inspección al 100% en control de calidad es un método que consiste en revisar cada unidad producida para detectar defectos o fallas antes de que el producto sea entregado al cliente. A diferencia del muestreo, esta técnica no selecciona una parte representativa de la producción, sino que abarca la totalidad de los productos, garantizando un nivel máximo de revisión. Es comúnmente utilizada en productos donde los errores no son tolerables, como dispositivos médicos, componentes aeroespaciales, piezas de seguridad automotriz, o productos de alto valor económico.
Este tipo de inspección puede realizarse de forma manual o automática. La inspección manual se apoya en operarios capacitados que revisan visualmente o prueban cada producto, mientras que la automática utiliza tecnologías como sensores, cámaras de visión artificial o equipos especializados que detectan defectos sin intervención humana. Aunque es un método confiable para detectar problemas, su efectividad depende de la precisión del sistema de inspección y de la experiencia del personal que la realiza.
Sin embargo, la inspección al 100% tiene algunas limitaciones importantes. Es más costosa y lenta que otras formas de control, y no elimina la posibilidad de errores humanos o técnicos. Además, inspeccionar cada unidad no asegura necesariamente la calidad del proceso, solo la del producto final. Por eso, se recomienda usarla como complemento a otras estrategias de mejora continua, como el control estadístico de procesos (CEP), el análisis de causa raíz y la optimización del método de trabajo.