El Estado de Flujo de Efectivo evolucionó, cambiando su nombre a "Estado de los Recursos" , luego a "Estado del Origen y Aplicación de los Recursos" en 1963 con la APB Opinión N° 3 y posteriormente a "Estado de cambios en la situación financiera" en 1971 con la APB Opinión 19. Finalmente, el 15 de julio de 1988, el FASB, a través del pronunciamiento FAS-95, le dio el nombre de "Estado de Flujos de Efectivo". La NIC 7 establece que la presentación de este estado debe adaptarse a la naturaleza de las actividades de la empresa, clasificándolas en actividades de operación, de inversión y de financiación.
Este estado es crucial porque permite a los usuarios de los estados financieros evaluar la capacidad de las empresas para generar efectivo y equivalentes al efectivo, así como sus necesidades de liquidez. Esto facilita la toma de decisiones más razonables y con mejor criterio. Además, elimina el problema de la comparabilidad de la información al neutralizar los efectos de diferentes tratamientos contables para transacciones y periodos similares. La información que proporciona el Estado de Flujo de Efectivo es exacta y bien estructurada, lo que ayuda a reducir la incertidumbre y respalda el proceso de toma de decisiones en una entidad.
El Estado de Flujo de Efectivo mejora la gestión empresarial al permitir a los usuarios seguir los objetivos trazados, prever situaciones y enfrentar dificultades, incluso si todo está planeado. Su aplicación garantiza a los accionistas información sobre el movimiento de ingresos y egresos de dinero, asegurando una liquidez estable y permanente para el desarrollo de la gestión de la institución o empresa. Permite un control permanente y eficiente de las entradas y salidas de efectivo y de los instrumentos financieros, contribuyendo a la rentabilidad para los socios. La NIC 7 recomienda el uso del método directo para la preparación de los flujos de efectivo de las operaciones, ya que proporciona información útil para estimar flujos futuros que no está disponible con el método indirecto.