Establecimiento de metas claras: Fijar objetivos específicos y realistas que guíen el proceso de aprendizaje
Planificación y gestión del tiempo: Organizar el estudio en bloques con descansos (como la técnica Pomodoro) evita la procrastinación
Entorno de estudio adecuado: Contar con un espacio bien iluminado, ventilado y libre de distracciones favorece la concentración.
Hábitos saludables: Dormir el tiempo necesario y mantener una alimentación equilibrada —rica en omega‑3 y antioxidantes— favorece la memoria y la atención
Técnicas de estudio activas: Uso de subrayado selectivo, resúmenes, esquemas, mapas mentales y prácticas de recuperación activa fortalece la retención