La programación fiscal es una herramienta esencial para la gestión económica de cualquier país, especialmente desde una perspectiva gubernamental. Su utilidad radica en la capacidad de planificar, organizar y controlar los ingresos y gastos públicos a corto, mediano y largo plazo. No se trata simplemente de un ejercicio contable, sino de una estrategia macroeconómica que busca asegurar la estabilidad y el desarrollo.
En primer lugar, la programación fiscal permite al gobierno establecer metas claras en materia de recaudación tributaria y asignación de recursos. Esto es crucial para la sostenibilidad fiscal, ya que evita déficits excesivos que puedan conducir a un aumento descontrolado de la deuda pública y, en última instancia, a crisis económicas. Al anticipar los flujos de ingresos y las necesidades de gasto, se pueden tomar decisiones informadas sobre políticas tributarias, asignación presupuestaria y prioridades de inversión.
Además, la programación fiscal es fundamental para la transparencia y la rendición de cuentas. Al detallar cómo se obtienen y gastan los fondos públicos, se facilita el monitoreo por parte de la ciudadanía y de organismos internacionales. Esto contribuye a reducir la corrupción y a fomentar la confianza en las instituciones gubernamentales. Un plan fiscal bien estructurado y comunicado permite a los ciudadanos entender el impacto de las políticas fiscales.