Cuando reflexiono sobre los factores que influyen en la distribución de los seres vivos, me doy cuenta de que no es solo el ambiente actual lo que importa, sino también las relaciones entre organismos y eventos históricos. Esto me hace valorar la complejidad del mundo natural, donde el clima, el suelo y la geografía física se combinan con la competencia, la depredación y la cooperación entre especies para definir quién puede vivir dónde. Además, pensar en cómo la evolución ha permitido a ciertas especies adaptarse y colonizar nuevos territorios me lleva a comprender que la distribución no es estática, sino un proceso dinámico y en constante cambio.