La obesidad promueve el desarrollo de la resistencia a la leptina celular y altera la acumulación de grasa corporal en el cuerpo. Esta enfermedad representa una condición crónica con serias implicaciones para la salud, ya que se asocia frecuentemente con enfermedades como la diabetes tipo 2, afecciones cardiovasculares y alteraciones en el metabolismo de los lípidos. En este estudio, se analizaron los efectos de un programa de ejercicio físico de seis meses en personas con obesidad severa que estaban en espera de una cirugía bariátrica. El objetivo de este estudio fue evaluar cómo el ejercicio influía en el peso, el perfil lipídico y la salud cardiovascular.
De los 22 individuos que participaron, 16 lograron adherirse al programa, mostrando mejoras notables en su peso, índice de masa corporal, circunferencia de cintura, capacidad cardiorrespiratoria, presión arterial diastólica y niveles de triglicéridos. Sin embargo, los valores de colesterol total, HDL y LDL permanecieron sin cambios significativos. En contraste, quienes no completaron el programa mostraron avances leves, pero no estadísticamente relevantes.
En el grupo adherente al programa de ejercicio físico, se observaron mejoras significativas en peso, índice de masa corporal (IMC), circunferencia de cintura (CC), capacidad cardiorrespiratoria y presión diastólica, así como una reducción del 20,46 % en los triglicéridos. En cambio, no hubo cambios relevantes en la presión sistólica ni en los niveles de colesterol total, HDL y LDL. En cambio, el grupo no adherente también mostró reducciones en peso, IMC y CC, pero de menor magnitud y sin significancia estadística. Además, no se registraron mejoras importantes en el perfil lipídico. Tampoco se encontraron diferencias significativas entre ambos grupos en las comparaciones generales.
Se ha demostrado que una alimentación rica en fibra, vegetales, frutas, cereales integrales y grasas saludables (presentes en pescados, frutos secos y aceite de oliva) contribuye a disminuir los triglicéridos y el colesterol LDL, al tiempo que puede aumentar los niveles de colesterol HDL. Por el contrario, el consumo excesivo de azúcares refinados, grasas saturadas y trans puede afectar negativamente el perfil lipídico.
La evidencia científica indica que combinar el ejercicio físico con una intervención nutricional planificada produce mejores resultados en la mejora del perfil lipídico que el ejercicio por sí solo. Por ello, para lograr y mantener niveles óptimos de colesterol y triglicéridos, es esencial adoptar un estilo de vida saludable que incluya una alimentación equilibrada y sostenible a largo plazo.