El examen clínico traumatológico es un procedimiento fundamental para evaluar y diagnosticar lesiones del sistema musculoesquelético. Este examen permite al médico identificar de manera precisa el tipo, la localización y la gravedad de una lesión, ya sea producto de un accidente, una caída, un golpe o cualquier otro trauma físico. Se realiza de forma ordenada y sistemática, comenzando por la observación del paciente, seguido de la palpación, evaluación de la movilidad, y pruebas específicas para determinar daño en huesos, articulaciones, ligamentos, músculos o tendones.
Una parte clave del examen clínico es la inspección visual, donde se observan signos como hinchazón, hematomas, deformidades o cambios en la piel. Posteriormente, la palpación permite identificar puntos dolorosos, zonas calientes o frías, y crepitaciones óseas. También se evalúa la capacidad funcional, es decir, el rango de movimiento activo y pasivo, y si el paciente puede caminar, mover una extremidad o soportar peso. En muchos casos, se complementa el examen con pruebas neurológicas para verificar si hay afectación de nervios o reflejos.
El examen clínico traumatológico es indispensable antes de realizar cualquier estudio de imagen, ya que orienta al profesional sobre qué zona debe analizar con mayor detalle. Además, permite tomar decisiones rápidas en situaciones de emergencia. No solo es importante saber hacerlo, sino también registrar correctamente los hallazgos, ya que estos datos son esenciales para el seguimiento del paciente y pueden tener implicaciones legales.