Considero que es fundamental saber diferenciar entre una práctica sexual consensuada como el sadomasoquismo (BDSM) y una situación de abuso o violación. El sadomasoquismo, aunque puede parecer extremo para algunos, se basa en principios muy claros: consentimiento informado, respeto mutuo, límites establecidos previamente y seguridad durante toda la práctica. En estas relaciones, ambas personas acuerdan de forma libre y consciente participar en actos que pueden incluir dolor o dominación, pero siempre con reglas claras, y si en algún momento una de las partes quiere detenerse, debe ser respetada sin excepción.

En cambio, una violación es una agresión sexual que se da sin el consentimiento de una de las partes. No hay acuerdos, no hay límites respetados, y sobre todo, hay una clara vulneración del derecho a decidir sobre el propio cuerpo. Esa es la gran diferencia: el consentimiento. En el sadomasoquismo, el consentimiento es la base de todo; en una violación, está completamente ausente. Como futuros médicos, debemos ser capaces de reconocer estas diferencias, no solo desde lo legal, sino para poder atender, orientar y acompañar a los pacientes de forma ética, sin juicios morales, y con una mirada empática que respete la diversidad de expresiones sexuales y la dignidad humana.