Como fisioterapeuta, la intervención sobre el esqueleto apendicular se enfoca principalmente en restaurar la movilidad, fuerza y funcionalidad de las extremidades superiores e inferiores tras lesiones, cirugías o enfermedades musculoesqueléticas. Este grupo de huesos —incluyendo húmero, radio, cúbito, fémur, tibia, peroné, y sus articulaciones— está involucrado en la mayoría de los movimientos cotidianos, por lo que su rehabilitación es crucial.
Por ejemplo, en pacientes con fracturas de húmero o fémur, se emplean técnicas de movilización pasiva en etapas iniciales, seguidas de ejercicios activos y resistidos conforme avanza la recuperación. En lesiones articulares como esguinces de tobillo o luxaciones de hombro, se trabaja la propiocepción y el control neuromuscular.
La fisioterapia también aborda patologías crónicas como la artrosis de rodilla u hombro, utilizando agentes físicos (ultrasonido, electroterapia), terapia manual y programas de ejercicio terapéutico personalizados. Además, se educa al paciente en ergonomía y prevención para evitar recaídas o nuevas lesiones.
El objetivo principal es recuperar la funcionalidad del miembro afectado y reintegrarlo a las actividades diarias, laborales o deportivas, siempre respetando el ritmo de cada paciente.