Personalmente, creo que una de las funciones más delicadas y necesarias del psicólogo forense es evaluar si una persona que ha cometido un delito era realmente consciente de lo que hacía. No se trata solo de aplicar pruebas o llenar formularios, sino de entender a fondo el estado mental del acusado en ese momento tan crítico. Me parece impresionante cómo, a través de entrevistas y análisis clínico, el psicólogo puede ayudar al juez a decidir si alguien debe ser juzgado como cualquier otra persona o si necesita tratamiento porque su salud mental le impidió actuar con libertad. En este rol, el psicólogo forense no está ahí para defender ni para condenar, sino para aportar claridad en medio de una situación complicada. Su mirada profesional ayuda a que el proceso judicial sea más justo, especialmente en casos donde hay dudas sobre la responsabilidad penal. A mí me parece un rol ético, humano y muy comprometido.