El psicólogo forense cumple una función de actuar como puente entre la psicología y lo referente a lo legal. Su trabajo no se limita a la simple evaluación clínica de individuos involucrados en procesos judiciales, sino que también implica una comprensión profunda del contexto legal y de las implicaciones de sus hallazgos. A través de evaluaciones rigurosas y objetivas, el psicólogo forense puede determinar la capacidad mental de una persona, valorar su estado emocional o predecir riesgos de reincidencia, algo importante para garantizar la justicia y la protección de las partes involucradas.
Además, su papel en la redacción de informes periciales y en la declaración como testigo experto otorga a los jueces y tribunales herramientas indispensables para tomar decisiones fundamentadas y éticas. Esta labor no solo exige conocimientos sólidos en psicología clínica, sino también una comprensión de los procesos legales, habilidades comunicativas claras y una gran capacidad de análisis. Así, el psicólogo forense no solo evalúa hechos y síntomas, sino que también traduce complejas realidades psicológicas en términos comprensibles y útiles para el sistema judicial. Por ende, su papel no solo fortalece la justicia, sino que también asegura que se respeten los derechos humanos y se atiendan las necesidades psicológicas de quienes atraviesan procesos legales, ya sean víctimas, acusados o testigos.