Después de que los españoles lograron conquistar el Imperio Inca, no pasó mucho tiempo antes de que empezaran a tener problemas entre ellos mismos. Lo que más causó ese conflicto fue la ambición de poder y de quedarse con las mejores tierras. Pizarro y Almagro, que antes eran socios, se pelearon cuando llegó el momento de repartirse los territorios. Los dos querían quedarse con Cuzco, lo que generó una tensión tan fuerte que terminó en una guerra entre los seguidores de cada uno. Almagro incluso llegó a capturar a los hermanos de Pizarro. Luego, en una batalla conocida como Las Salinas, Pizarro ganó y mandó matar a Almagro. Pero ahí no quedó la cosa. El hijo de Almagro, al que le decían el Mozo, quiso vengarse por la muerte de su padre. En 1541, varios almagristas entraron a la casa de Pizarro y lo mataron a puñaladas, aunque él alcanzó a defenderse un poco. Esta pelea entre conquistadores tuvo un efecto grande en la época colonial. Como los españoles no se podían organizar entre ellos y solo pensaban en el poder, la Corona española decidió tomar más control desde Europa. Eso hizo que se acabara la etapa de los conquistadores gobernando a su manera y comenzara una más controlada por los reyes, con leyes más estrictas y menos libertad para los que mandaban en América. En resumen, por culpa de tanta ambición, todo lo que habían ganado se volvió un caos que obligó a cambiar la forma en que se gobernaban las colonias.