Al leer el artículo comprendí que la oferta y la demanda no son solo conceptos teóricos, sino herramientas clave para entender cómo funciona la economía en la vida real, desde grandes empresas hasta los mercados locales como los cincuentazos. Aprendí que los precios no se establecen al azar, sino que dependen del equilibrio entre lo que la gente quiere y puede pagar, y lo que los proveedores están dispuestos a vender.
Esto se ve claramente en situaciones actuales, como cuando suben los precios del tomate, el limón o el aguacate por una baja en la producción. Son ejemplos reales de cómo la teoría se aplica en nuestro día a día.
Lo que más me impactó fue darme cuenta de que, como consumidores, tenemos poder. Cada compra que hacemos es como un voto que influye en lo que se produce y se ofrece en el mercado. Eso me hizo ver que no solo compramos, también participamos activamente en el rumbo de la economía.
En resumen, el artículo me ayudó a ver la economía de forma más cercana y a entender que nuestras decisiones de consumo tienen más impacto del que imaginamos.