Un video muy valioso, ya que parte de la premisa de que nuestro Ecuador es ecléctico, diverso, y que precisamente gracias a esa diversidad, posee múltiples culturas, cada una con su propia música y, más allá de eso, con una identidad única.
Uno de los interlocutores del video expresó lo siguiente:
"En un momento dado de mi vida, intenté imitar música norteamericana,
hasta que, por comentarios de mis amigos, me di cuenta de que mi música tenía
un estilo sudamericano. Esto me impactó, y me aventuré en la búsqueda de ritmos
más andinos. Descubrí la belleza y el esplendor del albazo, la tonada, el
yaraví, y sentí que, por primera vez en mi vida, hice música más conectada a
mis raíces, más conectada a lo que yo soy".
El video aborda también cómo la música occidentalizada puede entenderse como una herencia del colonialismo. Sin embargo, hay propuestas contemporáneas que, lejos de imitar sin sentido, combinan lo moderno con lo ancestral. Es el caso de proyectos como Natabuela-Mandolín, que fusionan música electrónica con sonidos andinos, siempre desde el respeto, sin perder la conexión con las raíces.
Uno de sus principales objetivos es recuperar el idioma Kiwcha, adaptándolo a nuevas formas musicales, en especial mediante la reinterpretación de la música andina. Músicos como Enrique Males o agrupaciones como Tres Marías son ejemplo de esta búsqueda.
El video también resalta géneros profundamente ligados a territorios e identidades concretas, como la bomba del Valle del río Mira y del Chota, que no solo es ritmo, sino también historia, resistencia y memoria afroecuatoriana.
Me encantó ver el respeto por las raíces culturales y la creatividad con la que los músicos ecuatorianos reinventan sus sonidos sin perder su esencia. Opino que este tipo de propuestas musicales no solo enriquecen el panorama artístico, sino que también reafirman quiénes somos.