Si tuviera que proponer una nueva unidad para medir algo que no está bien definido en el Sistema Internacional de Unidades (SI), propondría una unidad para cuantificar la capacidad de atención sostenida en los seres humanos. Esta habilidad es fundamental en múltiples ámbitos como la educación, el trabajo, la conducción, y la salud mental, pero actualmente carece de una forma objetiva y estandarizada de medición.
La unidad podría llamarse fócus (símbolo: ƒc), y se definiría como un minuto de atención continua y efectiva sobre una tarea específica, sin distracciones, con al menos un 90% de rendimiento cognitivo. Esta definición implicaría una combinación de métricas fisiológicas y de rendimiento, como la frecuencia de errores, la actividad cerebral en regiones relacionadas con la atención, y la respuesta ocular.
La utilidad de esta unidad sería muy amplia. En el campo educativo, permitiría diseñar clases más eficientes adaptadas al tiempo real de atención de los estudiantes. En la psicología y la psiquiatría, ayudaría a diagnosticar y tratar trastornos como el déficit de atención con mayor precisión. En el entorno laboral, sería una herramienta valiosa para mejorar la productividad y prevenir el agotamiento cognitivo. Incluso en el diseño de productos digitales, como aplicaciones y plataformas, se podrían crear experiencias más humanas, optimizadas para la atención natural del usuario.
Aunque su implementación dependería del desarrollo de tecnologías de medición cerebral y comportamental más accesibles, el avance de dispositivos como los electroencefalogramas portátiles y el seguimiento ocular ya permite vislumbrar un futuro donde algo tan intangible como la atención pueda ser medido con objetividad.
El fócus representaría un paso hacia la medición de fenómenos humanos complejos que, aunque invisibles, impactan profundamente en nuestra vida cotidiana.