Si los exámenes desaparecieran mañana, como futura maestra demostraría que mis estudiantes han aprendido a través de proyectos integradores en los que puedan investigar, crear y presentar soluciones a problemas reales, permitiéndoles aplicar lo que saben de manera práctica y significativa. También utilizaría portafolios de aprendizaje donde recojan sus trabajos, reflexiones y progresos a lo largo del tiempo, lo que me permitiría ver su evolución y no solo un resultado puntual. Fomentaría presentaciones orales en las que expliquen temas, argumenten sus ideas y respondan preguntas, desarrollando su capacidad de expresión y comprensión. Observaría su desempeño diario con rúbricas para evaluar habilidades como la participación, el pensamiento crítico y el trabajo en equipo. Les pediría que realicen autoevaluaciones y coevaluaciones para que reflexionen sobre su propio aprendizaje y el de sus compañeros. Usaríamos diarios o bitácoras donde escriban lo que han aprendido y cómo se sienten con respecto a su proceso. También plantearía situaciones reales o simuladas para que resuelvan problemas aplicando sus conocimientos, organizaría talleres o demostraciones donde puedan mostrar lo que saben hacer, incorporaría dinámicas de juego para evaluar de manera divertida y menos estresante, y mantendría entrevistas individuales con cada uno para comprender mejor cómo piensan, qué comprenden y cómo aplican lo aprendido en su vida cotidiana.