Hola Daniela, respondiendo a tu pregunta, considero que si los exámenes desaparecieran mañana, yo demostraría que realmente he aprendido a través de la aplicación práctica del conocimiento, mostrando lo que sé en situaciones reales y concretas. Considero que el aprendizaje verdadero no se limita a memorizar información, sino a poder utilizarla con sentido, adaptarla a distintos contextos y explicarla con claridad. Proyectos, presentaciones, debates o la creación de soluciones a problemas reales permitirían evidenciar mis competencias de una manera más completa que una simple hoja de respuestas. Además, al trabajar de esta forma, se promueve un aprendizaje más significativo, en el que no solo se mide lo que se sabe, sino cómo se piensa, cómo se organiza una idea y cómo se comunica.

Desde mi punto de vista, los exámenes muchas veces generan una presión innecesaria que puede opacar las verdaderas capacidades de los estudiantes. No todos aprendemos igual ni demostramos lo aprendido de la misma forma, por eso considero importante que la evaluación sea más flexible y que reconozca diversas formas de pensar y expresarse. La educación debería centrarse en formar personas capaces de adaptarse, colaborar, crear y resolver problemas, no solo en llenar espacios con respuestas correctas. Por eso, si desaparecieran los exámenes, también desaparecería una barrera para muchos estudiantes que podrían demostrar su aprendizaje desde sus propias fortalezas.