Nombres: Hernán Patricio Velastegui Rosero
Fecha: 04/05/2025
Curso: 6to Semestre “B”
Noticia Elegida:
https://www.elcomercio.com/tendencias/salud/fumar-cerebro-tabaco-alzheimer.html

Recientes estudios han confirmado que fumar no solo daña los pulmones y el corazón, sino también el cerebro. Según una noticia publicada en El Comercio, la iniciativa Nofumadores.org alertó que fumar provoca una “pérdida significativa de volumen cerebral” asociada al deterioro cognitivo y al desarrollo del Alzheimer. En particular, una investigación liderada por la Universidad de Washington en St. Louis (EE. UU.) señala que el efecto del tabaco en el cerebro es dosis-dependiente: “a más cigarrillos, mayor el daño cerebral”. Este estudio evidencia que el tabaquismo afecta directamente al cerebro, reduciendo su volumen y comprometiendo tanto la salud vascular como la neuronal- Además, se ha reportado que, aunque reducir la cantidad de cigarrillos fumados no confiere protección real, dejar de fumar sí protege: un estudio publicado en JAMA Network Open en 2023 concluyó que abandonar el tabaco disminuye de forma notable el riesgo de demencia en comparación con continuar fumando.
El artículo de El Comercio resume también que, más allá del Alzheimer, el tabaquismo está relacionado con otras formas de demencia. El humo del cigarrillo contribuye a la demencia vascular mediante la generación de microinfartos cerebrales y arteriosclerosis en el encéfalo, lo que provoca un deterioro progresivo de la función cerebral. Incluso acelera la progresión del deterioro cognitivo leve hacia una demencia clínica en personas vulnerables. En definitiva, fumar actúa como un “detonante silencioso del envejecimiento cerebral patológico”. Según la información recabada, al comprometer simultáneamente la circulación sanguínea cerebral y la salud de las neuronas, el tabaco acelera el envejecimiento cerebral de forma prematura y patológica. La buena noticia señalada es que dejar de fumar no solo reduce el riesgo de estos trastornos, sino que incluso puede ralentizar el deterioro cognitivo en personas mayores que ya presentan síntomas iniciales.
La persistencia del tabaquismo en la sociedad, a pesar de décadas de evidencias adversas, es una de las contradicciones más llamativas en salud pública. A lo largo del tiempo hemos visto cómo se iban descubriendo progresivamente más y más riesgos: el tabaco dejó de ser visto como un mero placer social y pasó a reconocerse como una sustancia letal que mata a millones de personas cada año. Sin embargo, la adicción, la propaganda y ciertas inercias culturales han impedido que ese conocimiento se traduzca de inmediato en el fin del hábito.