El diagnóstico fisioterapéutico constituye un componente clave dentro del proceso de atención integral del paciente, ya que permite identificar y describir de forma precisa las alteraciones en el movimiento y la función que limitan la participación del individuo en sus actividades de la vida diaria. A diferencia del diagnóstico médico, que se enfoca en la patología, el diagnóstico fisioterapéutico se centra en las consecuencias funcionales del problema de salud.
Por ejemplo, en un paciente con accidente cerebrovascular (ACV), el diagnóstico fisioterapéutico no se limita a mencionar el ACV como tal, sino que describe los déficits motores, sensoriales o de equilibrio presentes, tales como: "disminución del control postural y del equilibrio en bipedestación debido a hemiparesia izquierda, limitando la marcha funcional y la autonomía para actividades básicas de la vida diaria". Esta formulación orienta directamente la intervención fisioterapéutica y permite establecer objetivos específicos y medibles.
Además, este tipo de diagnóstico permite al fisioterapeuta justificar su plan de tratamiento y evaluar los resultados de manera más objetiva. Facilita la comunicación interdisciplinaria y fortalece el papel autónomo del profesional de fisioterapia dentro del equipo de salud. En definitiva, elaborar un diagnóstico fisioterapéutico claro, conciso y basado en evidencia es un paso esencial para garantizar una atención centrada en la funcionalidad del paciente y en su contexto biopsicosocial.