El diagnóstico fisioterapéutico tiene como objetivo principal identificar las disfunciones del movimiento y las limitaciones funcionales que presenta una persona a causa de una lesión, enfermedad o condición específica. A diferencia del diagnóstico médico, que se enfoca en el nombre de la enfermedad, el fisioterapéutico se centra en cómo esa afección afecta la movilidad, la funcionalidad y la participación del paciente en su vida diaria.
Este diagnóstico permite al fisioterapeuta reconocer las alteraciones en las funciones y estructuras corporales, así como en la actividad y la participación social del individuo. También evalúa los factores personales y contextuales que influyen en su estado de salud, como el entorno físico, el apoyo familiar o la motivación del paciente.
Uno de los principales fines del diagnóstico fisioterapéutico es orientar la planificación del tratamiento, estableciendo objetivos terapéuticos claros, alcanzables y personalizados. Esto permite diseñar estrategias enfocadas en recuperar la movilidad, reducir el dolor, mejorar el control motor y fortalecer la independencia del paciente. Además, el diagnóstico ayuda a prevenir complicaciones futuras, identificar factores de riesgo y facilitar la toma de decisiones clínicas basadas en evidencia. También sirve como punto de partida para evaluar la evolución del paciente durante el tratamiento.