Conocer los componentes de la CIF (Clasificación Internacional del Funcionamiento, de la Discapacidad y de la Salud) es fundamental para brindar una atención más completa e individualizada a los pacientes. Esta clasificación no se limita a describir una enfermedad, sino que evalúa cómo esa condición afecta el funcionamiento general de la persona en su vida diaria.
Además, al incluir los factores ambientales y personales, la CIF nos recuerda que cada paciente tiene una realidad distinta, y que el mismo diagnóstico puede tener un impacto muy diferente dependiendo de su entorno. En mi opinión, aplicar estos componentes en nuestra futura práctica profesional nos ayudará a planificar tratamientos más humanos, funcionales y eficaces.