La Clasificación Internacional del Funcionamiento, de la Discapacidad y de la Salud (CIF), elaborada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), es una herramienta conceptual y práctica que permite comprender y describir el funcionamiento humano de manera integral, desde un enfoque biopsicosocial. A diferencia de los modelos puramente biomédicos que se enfocan solo en la enfermedad, la CIF considera la interacción entre los aspectos biológicos, personales, sociales y ambientales que afectan la salud y la vida de una persona. Esta clasificación se estructura en cuatro componentes principales: funciones y estructuras corporales, actividades y participación, factores ambientales y factores personales. Las funciones corporales hacen referencia a las funciones fisiológicas de los sistemas corporales, como la fuerza muscular, la coordinación o la sensibilidad; mientras que las estructuras corporales aluden a las partes anatómicas del cuerpo, como huesos, músculos, órganos y extremidades. Por otro lado, el componente de actividades y participación examina la capacidad del individuo para ejecutar tareas y su implicación en situaciones de la vida diaria, como caminar, comer, trabajar o relacionarse socialmente. Este componente permite identificar limitaciones (dificultades para realizar una tarea) y restricciones (obstáculos para participar en contextos reales). Los factores ambientales son los elementos externos que pueden influir positiva o negativamente en el funcionamiento de una persona, como el entorno físico, la tecnología, las barreras arquitectónicas, el acceso a servicios o el apoyo social. Finalmente, los factores personales abarcan las características individuales no clasificables en códigos, como la edad, el género, el nivel educativo, las creencias, la cultura o las estrategias de afrontamiento. Estos factores modulan la manera en que una condición de salud afecta a una persona específica. En conjunto, la CIF proporciona un marco útil para evaluar de forma completa la situación funcional de un individuo, facilitando una intervención más centrada en la persona. En el ámbito de la fisioterapia, su aplicación permite establecer objetivos terapéuticos más precisos y realistas, así como medir los resultados en términos de mejora funcional y participación activa del paciente en su entorno.
BIBLIOGRAFÍA
Fernández-López, J. A., Fernández-Fidalgo, M., Geoffrey, R., Stucki, G., & Cieza, A. (n.d.). Funcionamiento y discapacidad: la clasificación internacional del funcionamiento (CIF). https://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1135-57272009000600002