La reciente decisión del Tribunal Contencioso Electoral (TCE) de suspender por tres años los derechos políticos de Priscila Schettini, asambleísta electa por la Revolución Ciudadana, marca un precedente significativo en la política ecuatoriana. La sanción, que también incluye una multa de $22,500, se basa en una denuncia presentada por la fiscal general del Estado, Diana Salazar, quien alegó haber sido víctima de violencia política de género debido a las acusaciones públicas de Schettini sobre presunto plagio en su tesis y la supuesta fabricación de pruebas contra su esposo, el exdefensor del Pueblo Freddy Carrión .El Comercio
Este caso pone de relieve la delgada línea entre la libertad de expresión y la responsabilidad en el discurso político. Si bien es fundamental que los actores políticos puedan expresar sus opiniones y denuncias, también es crucial que lo hagan dentro de los marcos legales y con respeto a los derechos de los demás. La utilización de acusaciones graves sin pruebas contundentes puede derivar en sanciones legales y afectar la credibilidad de las instituciones democráticas.
Además, la proximidad de esta sanción a la posesión de los nuevos asambleístas el 14 de mayo añade una capa de complejidad al panorama político, especialmente para la Revolución Ciudadana, que pierde una representante clave en la Asamblea Nacional. Este hecho resalta la importancia de la ética y la responsabilidad en el ejercicio de funciones públicas y en la participación política.
En conclusión, la suspensión de los derechos políticos de Priscila Schettini subraya la necesidad de mantener un equilibrio entre la libertad de expresión y el respeto a los derechos individuales, recordando a todos los actores políticos la importancia de actuar con integridad y responsabilidad en sus declaraciones y acciones.
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