Mi experiencia personal que refleja claramente los efectos de la globalización fue el descubrimiento de un anime japonés Nanatsu no Taizai (conocido en español como Los 7 pecados capitales). Todo comenzó cuando, navegando por TikTok hace unos 7 años, me apareció un edit con escenas del anime acompañadas de una música impactante y muy llamativa. Me llamó mucho la atención la estética del video, la intensidad de los personajes y el ambiente fantástico que se mostraba. Lo que parecía ser solo un momento de ocio terminó despertando un profundo interés. Luego de ver varios videos más en TikTok y YouTube, quise ver la serie completa y descubrí la aplicación Crunchyroll, una plataforma de streaming especializada en anime. Me sorprendió saber que desde Ecuador podía acceder legalmente a producciones japonesas subtituladas y con alta calidad. Así empecé a ver el anime capítulo por capítulo, y también todas las películas relacionadas, completamente fascinada con la historia, el diseño de los personajes y los valores que se transmitían. Mis personajes favoritos fueron Elizabeth, Diana y Ban, todos ellos personajes que se destacan por su nobleza, fuerza emocional y capacidad de sacrificio. Además, me gustó mucho la evolución que tienen a lo largo de la historia, especialmente su forma de amar y de defender lo que creen justo. La serie también despertó en mí un gran interés por la cultura japonesa, su mitología, costumbres y hasta su idioma. Incluso investigué más sobre los estudios de animación y los doblajes.

Esta experiencia es un ejemplo directo de cómo la globalización permite el intercambio cultural entre países distantes. Gracias al internet, las redes sociales y plataformas como Crunchyroll, pude disfrutar de una obra japonesa desde mi celular, conectarme con personas de todo el mundo que también siguen el anime, descubrir mi anime favorito hasta el día de hoy y sentirme parte de una comunidad global.