1.- Gregorio Hernández. (DOCTORADO) Aprendí que la literacidad y las escrituras en clave colonial analizan cómo la cultura escrita europea se impuso en América Latina durante la conquista, transformando lenguas y saberes locales mediante un proceso de dominación y resistencia. Reflexionar y hablar por uno mismo (autoconversación) es una herramienta poderosa para organizar nuestros pensamientos, comprender emociones, concentrarse, mejorar la memoria y superar estados como la depresión. Además, comprendí que el lenguaje, la escritura y la literacidad son esenciales para comunicar ideas, formar identidades y participar en la sociedad. La literacidad no solo incluye leer y escribir, sino también comprender y usar el lenguaje en contextos diversos.
2.- Juan de Dios Villanueva (DOCTORADO) Didáctica de la literatura futuros maestros Pude comprender que la primera etapa de la juventud (hasta los 16 años, durante la educación obligatoria) es cuando más se fomenta la lectura, ya que los adolescentes están bajo una estructura educativa que promueve el hábito lector. Desde el siglo XVIII, la literatura infantil y juvenil comenzó a tener características propias, y a partir de los años 60 del siglo XX, esta literatura se transformó en una herramienta pedagógica y de crítica social. La novela juvenil actual busca no solo entretener, sino también transmitir valores como la libertad, la tolerancia, y el respeto por la naturaleza y las culturas no industrializadas. Se convierte en una forma de cuestionar estructuras de poder y problemáticas sociales contemporáneas. Teresa Colomer y otros teóricos destacan que esta literatura cumple funciones educativas y sociales, y debe adaptarse al nivel de desarrollo del lector. Por eso, es fundamental que los jóvenes lean textos adecuados a su edad y etapa de aprendizaje, con vocabulario y gramática que faciliten su comprensión y desarrollo.
3.- Rubén Cristóbal Hornillos (DOCTORADO)
La educación literaria
Aprendiste que la educación literaria no debe limitarse a una lectura estética o estructural
del texto, sino que debe ir más allá, promoviendo una lectura crítica y reflexiva sobre qué dice
una obra, cómo lo dice y por qué. Esta perspectiva busca integrar estrategias pedagógicas activas
en el aula, superando marcos rígidos y aprovechando el potencial de la literatura para fomentar el
pensamiento y el diálogo.
La literatura infantil, más que ser analizada desde teorías abstractas, debe ser
comprendida como una herramienta viva para formar el hábito lector y desarrollar la sensibilidad
estética. Se destaca que muchos futuros maestros llegan al aula con prejuicios sobre lo que es o
no literatura, y que es necesario cuestionar y revisar esas ideas para poder enseñar con mayor
apertura y eficacia.
Finalmente, se plantea un enfoque más pragmático y comunicativo, como el modelo de
afinidad, que busca crear vínculos entre los lectores y la literatura a partir de intereses comunes,
generando así experiencias compartidas más significativas en el aprendizaje literario.