- Un aprendizaje valioso que me dejó este encuentro proviene de la conferencia de Javier Martínez Melgar, licenciado en Letras y Antropología, quién abordó el tema de la "Resiliencia editorial en tiempos de incertidumbre", él nos invitó a reflexionar sobre cómo el mundo editorial enfrenta hoy un cambio el de la globalización a un proteccionismo que prioriza mercados locales. En medio de está incertidumbre, la literatura dejos de rendirse, se reinventa, se adapta y se vuelve más cercana a las realidades que habitamos. Comprender que incluso en los momentos más inestables la palabra escrita puede resistir, fue para mí una enseñanza motivadora.
- Otro momento de aprendizaje valioso fue la ponencia de Fernando Endara, quien presentó una reseña del libro "El infinito nombre de las estrellas, del autor ecuatoriano Cristian Londoño Proaño. Está obra pertenece al género de ciencia ficción blanda, con una fuerte carga ecológica, cultural y étnica, ambientada en zonas rurales de Esmeraldas. Me pareció una propuesta valiente y muy inspiradora, porque demuestra que también es posible crear historias desde y para nuestro país, sin depender únicamente de realidades de países mucho más desarrollados. En un tiempo donde la tecnología capta gran parte del interés de los niños, recordar que la imaginación sigue siendo un rincón lleno de magia y posibilidades. Como maestra en formación, esto me alienta a promover espacios de lectura que inviten a soñar, pero que también conecten con nuestras raíces y vivencias, porque leer no solo es escapar, también puede ser una formar de conocernos mejor y de imaginar futuros posibles desde lo que somos.
- Participar en este encuentro fue como abrir una ventanita a un mundo lleno de aprendizajes que van más allá del aula. Como estudiante de Educación Básica, siento la importancia de nutrir el corazón y la mente con experiencias que nos acerquen a la literatura y a la maravillosa diversidad de pensamientos que existen, además me recordó que educar no es solo compartir conocimientos, sino tocar almas, despertar la sensibilidad, abrazar nuestra identidad y crear un profundo amor por las palabras, porque desde ahí es posible transformar vidas desde los primeros años. Como futura docente llevo en mis manos un sueño, el mantener viva la chispa en cada niño, niña y adolescente, esa llamita de imaginar, de hacer preguntas y de seguir soñando incluso cuando todo a su alrededor parezca estar cambiando.