Considerando lo dicho por Gregorio Hernández en su presentación "Literacidad y Escrituras en clave decolonial", podemos decir que la educación literaria, desde un enfoque decolonial, se erige como una herramienta de empoderamiento crucial, al trascender la mera decodificación para fomentar la producción textual, se busca que los individuos se conviertan en actor y autor, capaces de expresar sus propias voces y narrativas. Este tránsito de la oralidad a la escritura, tomando como ejemplo la experiencia de Frederick Douglass, quien encontró en la literacidad un camino hacia la libertad, subraya cómo la apropiación del lenguaje escrito permite desafiar las estructuras de poder impuestas y evitar que otros definan sus realidades, en este sentido, la educación literaria decolonial se alinea con la urgencia de reconocer y revitalizar las culturas narrativas destruidas, ofreciendo un norte teórico y un sur práctico para la transformación de las condiciones de vida y la afirmación de identidades silenciadas.
La Dra. Elia Saneleuterio nos invita a reconocer el poder evocador y emocional de la poesía y las canciones como vías privilegiadas hacia el encuentro temprano con la lectura, su perspectiva subraya que la inmersión en estos géneros trasciende la mera decodificación lingüística, abriendo un espacio para la conexión sensorial y afectiva con el lenguaje, al experimentar la poesía y las canciones en el aula, los niños no solo comprenden significados, sino que también los sienten en su interior, los disfrutan plenamente y los integran a su vivencia personal, enriqueciendo así su vínculo con el mundo literario desde una edad temprana.
La exposición del Dr. Rubén Cristóbal Hornillos nos ofrece una visión renovada de la educación literaria, concibiéndola como un ejercicio dinámico y generativo de comunicación, su planteamiento desafía la noción de una práctica literaria pasiva o puramente analítica, proponiendo en cambio un enfoque que prioriza la interpretación activa, el intercambio dialógico y, fundamentalmente, la producción creativa por parte de los estudiantes, en este marco, el álbum ilustrado se erige como un artefacto pedagógico esencial, que trasciende su función como objeto de lectura para convertirse en un catalizador de la imaginación, la reflexión y la participación activa en la experiencia literaria, impulsando a los alumnos a ser creadores además de lectores.