Como docentes, tenemos la responsabilidad de observar más allá del rendimiento académico de nuestros estudiantes y atender también su bienestar emocional. Cuando una persona sufre control en una relación, especialmente en edad escolar, puede experimentar consecuencias como ansiedad, baja autoestima, aislamiento o desmotivación, lo que afecta directamente su proceso educativo. Por eso, es crucial que el aula sea un espacio de confianza donde se promueva la autonomía, el respeto y las relaciones saludables. Además, debemos educar sobre estos temas desde una perspectiva preventiva, fomentando la conciencia sobre el abuso emocional y el valor del autocuidado. Ante señales preocupantes, no podemos quedarnos indiferentes: es nuestro deber actuar con sensibilidad, escuchar con atención y derivar a los profesionales adecuados. Solo así lograremos que la escuela sea un entorno seguro que apoye el desarrollo integral del estudiante.