La certificación de los resultados presidenciales en Ecuador por parte de la Misión de la OEA es una validación contundente de la transparencia del proceso electoral. La coincidencia plena entre las actas revisadas y los resultados oficiales demuestra que el CNE actuó con seriedad y responsabilidad. El hecho de que no se detectaran irregularidades graves y que los casos observados fueran mínimos refuerza la legitimidad del presidente electo. La observación internacional es clave para consolidar la democracia, y en este caso, la OEA cumple su rol al confirmar un proceso limpio. Este reconocimiento disipa dudas y rumores infundados que pretendían deslegitimar la voluntad popular. Es fundamental respetar los resultados y trabajar unidos hacia el futuro. La madurez democrática de Ecuador se refleja en la aceptación de la voluntad ciudadana expresada en las urnas. Agradecer a los observadores internacionales y confiar en nuestras instituciones debe ser el camino. El nuevo gobierno cuenta ahora con la legitimidad necesaria para impulsar los cambios que el país requiere. La comunidad internacional, al avalar este proceso, también compromete su apoyo al nuevo liderazgo. Esta certificación no solo da estabilidad política, sino también fortalece la imagen internacional de Ecuador.