Ecuador en "alerta máxima" tras advertencia militar sobre posibles atentados contra el presidente Noboa
Autor: France 24Fecha: 19/02/2025
La noticia sobre la alerta máxima en Ecuador por posibles atentados contra el presidente Noboa nos golpea como un baldazo de agua fría pero, ¿realmente nos sorprende? Vivimos en un país donde la violencia se ha vuelto pan de cada día, donde ya ni nos inmutamos al escuchar sobre masacres o balaceras. El gobierno dice que esto es por culpa de grupos terroristas y hasta señala a México, pero la cosa es mucho más complicada de lo que pintan.
Lo primero que hay que entender es que esta crisis no apareció de la nada. Llevamos años viendo cómo el narcotráfico se fue metiendo en todos lados, corrompiendo instituciones, comprando autoridades. Las cárceles se convirtieron en cuarteles de mando y las calles en campos de batalla. Noboa respondió como muchos querían: con mano dura, sacando los militares a las calles. Al principio hasta dio resultados, pero ahora vemos que la violencia no para, solo cambia de forma.
Lo que más preocupa es el timing de todo esto. Justo después de unas elecciones reñidas donde hubo denuncias de fraude, aunque sin pruebas claras. El gobierno rápidamente vinculó las amenazas con sectores políticos opositores, lo que huele a estrategia para callar críticas. Ya sabemos cómo funciona esto: primero te venden el miedo, luego te ofrecen soluciones que siempre pasan por recortar libertades.
Y ni hablar del conflicto con México. Desde lo de Glas, las relaciones están por los suelos. Ahora resulta que de allá vienen los sicarios, según el informe militar. Pero México lo niega rotundamente y uno se pregunta: ¿será verdad o es otro capítulo de esta novela donde mezclan seguridad con intereses políticos?
La verdad incómoda es que balas y soldados no van a resolver lo de fondo. Mientras haya jóvenes sin futuro, mientras la corrupción siga minando todo, mientras la gente no crea en la justicia, esto no va a parar. El gobierno insiste en medidas duras pero no vemos planes serios para educación, empleo, oportunidades.
Al final, el gran peligro no son solo las balas, sino que nos acostumbremos a vivir con miedo, a cambiar libertad por seguridad. Ecuador está en un punto donde debe decidir qué camino tomar. Podemos caer en la tentación del autoritarismo disfrazado de orden, o podemos exigir soluciones que vayan más allá de los uniformes y los discursos.
La esperanza, aunque frágil, está en que esta crisis nos despierte como sociedad. Que entendamos que la paz no se construye solo con fusiles, sino con justicia, con oportunidades, con democracia real. El camino es largo y difícil, pero es el único que vale la pena recorrer si queremos un Ecuador donde podamos vivir sin miedo y con dignidad.