La ética profesional es la base que guía el comportamiento correcto de cualquier persona en su campo laboral. En fisioterapia, esta ética cobra especial importancia porque no solo se trabaja con el cuerpo humano, sino también con la confianza y las emociones del paciente. Un fisioterapeuta ético actúa con respeto, responsabilidad y honestidad, siempre buscando el bienestar de quienes atiende. No se trata solo de aplicar técnicas, sino de brindar un trato humano, digno y justo. La ética también implica reconocer los propios límites, saber cuándo derivar un caso o cuándo seguir capacitándose. Además, protege la confidencialidad del paciente y garantiza que sus derechos sean respetados. En la práctica diaria, un fisioterapeuta ético evita el lucro indebido, trata a todos con igualdad y mantiene una actitud profesional. Esto no solo mejora la relación con los pacientes, sino que también fortalece la imagen de la fisioterapia como una profesión confiable y necesaria para la sociedad.