Estudié Arquitectura porque se constituye como una disciplina que entrelaza formas, materiales, estructuras y espacios para crear ambientes funcionales y estéticamente significativos. Mi pensamiento sobre las formas y la complejidad en arquitectura es un proceso que involucra una interacción continua entre la teoría, la percepción visual y la técnica, pero también que estos mismos son los que se involucran más en la arquitectura. 

Desde mi punto de vista, las formas en arquitectura no solo responden a una necesidad funcional, sino que son configuraciones espaciales que se construyen bajo principios geométricos, proporcionales y estructurales. Cada forma tiene un propósito, que va más allá de la apariencia, y debe integrarse con las condiciones físicas, culturales y ambientales que conlleva el proyecto. La complejidad en la arquitectura se refiere a la relación  de estos elementos de forma que producen una experiencia espacial extraordinaria, que puede estar dominada por detalles técnicos, la interacción de luces y sombras, o la mezcla de materiales.

En si pienso que la complejidad arquitectónica se refleja en la idea de que los edificios no solo son entidades físicas, sino que son experiencias que las personas interpretan, comprenden y sienten. En este sentido, la forma se convierte en una representación abstracta de un concepto, pero también en una solución práctica que responde a los usos y a las relaciones entre los distintos elementos dentro del espacio. Esto significa que debo tener una capacidad de análisis exacto, pero también una sensibilidad estética y conceptual que me permita manejar tanto la simplicidad de la forma como la complejidad del contexto, del uso y de la interacción humana.

En resumen, mi pensamiento arquitectónico sobre las formas y la complejidad implica una profunda reflexión sobre la relación entre el espacio, la técnica, la funcionalidad y la estética, donde la innovación y la resolución de problemas juegan un papel crucial, diría yo que es mi percepción de la Arquitectura.