La arquitectura no solo construye edificios, sino que tiene el poder de transformar la manera en que vivimos y percibimos nuestras ciudades. Un buen diseño puede generar bienestar, seguridad y pertenencia. Por ejemplo, al comparar la obra de Luis Barragán en Ciudad de México con la arquitectura de Riobamba, se evidencia una gran diferencia en calidad espacial, estética y conexión con el entorno. Esto demuestra cómo el diseño puede elevar el valor urbano y social de una ciudad.
Además, la arquitectura es una carrera integral. No se trata solo de dibujar planos, sino de comprender a las personas (psicología), el terreno (geología), el clima, las leyes y muchos otros factores. Todo esto se une para crear espacios funcionales y humanos. Por eso, el arquitecto no solo construye, sino que transforma realidades.