Desde mi punto de vista, la gestión financiera representa uno de los pilares más importantes dentro de la administración de los recursos, sin importar si se trata de una empresa, una organización sin fines de lucro o incluso nuestras propias finanzas personales. Su esencia radica en usar adecuadamente los fondos disponibles, buscando siempre obtener la mayor rentabilidad posible, pero sin dejar de lado los riesgos que pueden surgir.
Según los autores Gitman y Zutter, esta área se centra en cómo adquirir, financiar y administrar los activos de una empresa con el fin principal de aumentar su valor para los accionistas. Por otro lado, Van Horne y Wachowicz explican que la gestión financiera se basa en decisiones clave sobre inversiones, financiamiento y distribución de utilidades, todo esto con la intención de fortalecer el valor de la empresa y asegurar su permanencia a largo plazo.
Pero más allá de los conceptos técnicos, yo veo la gestión financiera como una forma de conectar los recursos con los sueños. No se trata solo de manejar dinero, sino de hacerlo con responsabilidad y con visión de futuro. Cada decisión financiera que tomamos refleja nuestras metas, nuestro esfuerzo y nuestro compromiso con lo que amamos y queremos construir. Es, en definitiva, una herramienta poderosa que, bien utilizada, nos guía hacia la estabilidad y el crecimiento personal y profesional.