Alrededor del IV milenio a. C., las sociedades ubicadas en el Creciente Fértil se desarrollaron y crecieron gracias a la agricultura intensiva y al uso de metales. Estos cambios llevaron al aparecimiento de las primeras civilizaciones. Mesopotamia es una palabra griega que significa ‘tierra entre ríos’. Los griegos denominaron así a una región de Oriente Medio situada entre los ríos Tigris y Éufrates, en el actual Medio Oriente. Allí, las inundaciones periódicas generaban problemas y, por ello, la población desarrolló técnicas para evitar que el agua anegara zonas cultivadas y pobladas. Se crearon sistemas de drenaje, diques y canales.
Las mejoras técnicas permitieron tener un excedente agrícola; ahora se podía comercializar, lo que también implicó un crecimiento poblacional. Las personas se especializaban en una sola labor: al irse complejizando la sociedad, aparecieron grupos sociales de dirigentes y autoridades que controlaron los excedentes y dirigieron el gobierno; ellos serían desde entonces los más privilegiados. Así, los poblados paulatinamente pasaron a ser ciudades-Estado
