Considero que la sospecha clínica y el diagnóstico temprano de las enfermedades linfoproliferativas son cruciales para mejorar el pronóstico y la supervivencia de los pacientes, dado que estas patologías pueden evolucionar rápidamente y presentar complicaciones severas que aumentan la mortalidad. Detectar oportunamente signos como adenopatías, síntomas sistémicos inespecíficos o alteraciones hematológicas permite iniciar tratamientos adecuados antes de que la enfermedad progrese a estadios avanzados o se complique con infecciones, insuficiencia orgánica o transformaciones malignas agresivas. Además, un diagnóstico precoz facilita la planificación de terapias personalizadas y el seguimiento multidisciplinario, optimizando recursos y reduciendo costos asociados a hospitalizaciones prolongadas y tratamientos más intensivos. Por ello, el reconocimiento temprano por parte del médico es esencial para controlar la enfermedad, minimizar daños y mejorar la calidad de vida del paciente.