La interculturalidad sirve para construir una sociedad donde diferentes culturas coexistan en igualdad de derechos, reconociendo y valorando sus saberes, tradiciones y formas de vida. Fomenta el diálogo respetuoso entre pueblos indígenas, afrodescendientes, mestizos y otros grupos, evitando la discriminación y exclusión histórica. Además, enriquece las políticas públicas al integrar visiones diversas (como la medicina ancestral o la justicia comunitaria) y promueve la cohesión social, transformando la diferencia en un motor de desarrollo colectivo. Es una herramienta clave para descolonizar el pensamiento y alcanzar una verdadera equidad en países plurinacionales como Ecuador.