En la actualidad, Ecuador enfrenta una compleja crisis migratoria caracterizada tanto por la salida masiva de ciudadanos ecuatorianos como por la recepción y tránsito de migrantes extranjeros. Las principales causas de la emigración ecuatoriana son el aumento de la violencia y la inseguridad provocadas por el crimen organizado, especialmente en ciudades como Guayaquil; la falta de empleo digno y las condiciones económicas precarias; así como la desigualdad social y la falta de oportunidades, especialmente para jóvenes y sectores rurales. Miles de ecuatorianos han optado por salir del país, principalmente hacia Estados Unidos y España, enfrentando rutas extremadamente peligrosas como el Tapón del Darién o el norte de México, lo que pone en riesgo su vida y los expone a redes de tráfico de personas. Esta migración forzada tiene importantes consecuencias: por un lado, las remesas enviadas por los migrantes se han convertido en una fuente vital para la economía del país, representando cerca del 5 % del PIB en 2024; pero, por otro lado, se produce una fuerte fuga de talentos y se afecta la estructura familiar, con miles de niños que crecen separados de sus padres. Además, Ecuador se ha convertido en país de tránsito y destino para migrantes, especialmente de Venezuela, y más recientemente de Asia (como ciudadanos chinos que usan Ecuador como escala hacia EE. UU.). Esto ha generado nuevos desafíos para el Estado, como la necesidad de regularizar a los extranjeros, combatir la xenofobia y garantizar derechos básicos. Aunque se han lanzado programas como VERHU o VIRTE para regularizar a migrantes, su implementación ha sido limitada. En suma, la migración en Ecuador es un fenómeno con múltiples causas y profundas consecuencias económicas, sociales y humanas. Enfrentarlo requiere políticas integrales que mejoren la seguridad, el empleo y la cohesión social, así como cooperación internacional y enfoque humanitario.
Migraciones
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