Desde una perspectiva crítica, el escándalo de Cambridge Analytica puede interpretarse como una consecuencia directa de la lógica inherente a la ideología capitalista. En un sistema económico donde la maximización de la rentabilidad y la constante búsqueda de nuevos mercados impulsan la acción, no debería sorprendernos que cada faceta de la existencia humana, incluida la información personal y los procesos democráticos, se convierta en una oportunidad susceptible de ser monetizada y explotada. Esta visión mercantilista transforma datos sensibles en activos valiosos para la manipulación y el control, evidenciando cómo la primacía del beneficio económico puede, en ocasiones, subsumir consideraciones éticas y de privacidad en la carrera por la acumulación de capital y poder.