El conocimiento ancestral ofrece a las empresas sostenibilidad, innovación y resiliencia. Aporta prácticas eco-amigables y un uso eficiente de recursos; inspira el desarrollo de productos y servicios auténticos con valor cultural; y fomenta liderazgos colaborativos con visión a largo plazo, fortaleciendo la capacidad de la empresa para adaptarse y prosperar de forma consciente.