Un día en el colegio noté que un compañero, Andrés, estaba muy callado y diferente. En el recreo me acerqué y le pregunté si todo estaba bien. Al principio dijo que sí, pero al ver que lo escuchaba con atención y sin interrumpirlo, terminó contándome que sus padres estaban teniendo problemas y eso lo tenía muy estresado.
Solo lo escuché, lo dejé hablar y le dije que entendía cómo se sentía. Al final me agradeció por escucharlo. Ese momento me enseñó que a veces, solo escuchar con atención puede ayudar mucho a alguien.