El cuerpo humano no almacena proteínas en forma de reserva energética masiva, como ocurre con los lípidos o los carbohidratos. Esto se debe a razones fisiológicas y metabólicas clave:
Función estructural y funcional:
Las proteínas son componentes esenciales de tejidos (músculos, piel), enzimas y hormonas. Su degradación para obtener energía (vía gluconeogénesis) es un proceso ineficiente en comparación con grasas y carbohidratos, ya que genera amonio, un subproducto tóxico que requiere energía para convertirse en urea y excretarse.Falta de un tejido de almacenamiento:
No existe un depósito exclusivo para proteínas. Aunque el músculo esquelético actúa como reservorio de aminoácidos, su degradación en situaciones de ayuno o estrés metabólico (ej. cáncer) conlleva pérdida de función motora y debilidad.Implicaciones clínicas:
Ayuno prolongado: El cuerpo prioriza la degradación de proteínas musculares para mantener la glucemia, lo que lleva a caquexia.
Cáncer: Los tumores promueven un estado catabólico, exacerbando la pérdida de masa muscular y empeorando la calidad de vida.
En resumen, la evolución favoreció el almacenamiento de energía en grasas y carbohidratos por su mayor eficiencia, mientras que las proteínas se preservan para funciones vitales.
Bibliografía:
[Berg, J. M., et al. (2012). Biochemistry. 7th ed. W.H. Freeman. (Enlace: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/books/NBK22359/)]