A medida que la población envejece, es importante reconocer que el adulto mayor no es solo un paciente con múltiples diagnósticos, sino una persona con historia, vulnerabilidades y necesidades particulares. Es necesario comprender estas enfermedades y síndromes por ejemplo el síndrome de caídas, deterioro cognitivo, fragilidad, enfermedad renal crónica, trastornos del sueño, etc., con el objetivo de tratar al paciente y de ver más allá de los valores de laboratorio o de una patología aislada. Comprender estas patologías nos prepara para acompañar con respeto, empatía y ciencia a quienes, en muchas ocasiones, son invisibilizados en la atención médica. 

Además, reconocer los signos tempranos de estos síndromes puede marcar la diferencia entre dependencia y autonomía, entre calidad de vida y sufrimiento innecesario. Por eso, estudiar geriatría no es solo aprender sobre enfermedades: es aprender a mirar con más profundidad, escuchar con paciencia y actuar con sabiduría.