Evolución de la sociedad Ecuatoriana
Desde la época de Joaquín Gallegos Lara hasta la actualidad, siento que la sociedad ecuatoriana ha vivido muchos cambios, aunque también arrastramos cosas que siguen sin resolverse del todo. En obras como Las cruces sobre el agua, Gallegos Lara mostró una realidad cruda, con un pueblo explotado, reprimido y abandonado por las autoridades. Los trabajadores eran tratados sin justicia, y cuando se levantaban a protestar por sus derechos, la respuesta era violencia. La desigualdad era inmensa y parecía que solo unos pocos tenían poder, mientras la mayoría vivía en el olvido.
Con el paso del tiempo, hemos logrado ciertos avances. Hoy en día hay más derechos garantizados por la ley, mayor acceso a la educación, y muchas personas, sobre todo jóvenes y mujeres, se han empoderado y participan activamente en la política, en organizaciones sociales y en espacios donde antes se nos negaba. También hemos avanzado en temas de diversidad, aunque todavía falta mucho. Y gracias a la tecnología y las redes sociales, ya no nos quedamos callados: ahora denunciamos, opinamos, nos movilizamos, nos unimos.
Sin embargo, también veo que algunos problemas de fondo siguen igual. La corrupción no ha desaparecido, y muchas veces el poder sigue beneficiando a los mismos de siempre. Hay comunidades que siguen sin agua potable, sin salud, sin oportunidades. La pobreza todavía marca la vida de muchas familias, sobre todo en zonas rurales e indígenas. Y en vez de dialogar, muchas veces el gobierno responde con represión, igual que en el pasado. Eso da tristeza, porque muestra que no hemos aprendido del todo.
Creo que lo que ha cambiado es la manera en que enfrentamos esos problemas. Ya no estamos tan callados ni tan solos. Hay más conciencia social, más organización y más esperanza en que las cosas pueden ser diferentes. Pero lo que permanece igual es la lucha del pueblo, la resistencia, el deseo de justicia que ya sentían los personajes que Gallegos Lara retrataba.
Con el paso del tiempo, hemos logrado ciertos avances. Hoy en día hay más derechos garantizados por la ley, mayor acceso a la educación, y muchas personas, sobre todo jóvenes y mujeres, se han empoderado y participan activamente en la política, en organizaciones sociales y en espacios donde antes se nos negaba. También hemos avanzado en temas de diversidad, aunque todavía falta mucho. Y gracias a la tecnología y las redes sociales, ya no nos quedamos callados: ahora denunciamos, opinamos, nos movilizamos, nos unimos.
Sin embargo, también veo que algunos problemas de fondo siguen igual. La corrupción no ha desaparecido, y muchas veces el poder sigue beneficiando a los mismos de siempre. Hay comunidades que siguen sin agua potable, sin salud, sin oportunidades. La pobreza todavía marca la vida de muchas familias, sobre todo en zonas rurales e indígenas. Y en vez de dialogar, muchas veces el gobierno responde con represión, igual que en el pasado. Eso da tristeza, porque muestra que no hemos aprendido del todo.
Creo que lo que ha cambiado es la manera en que enfrentamos esos problemas. Ya no estamos tan callados ni tan solos. Hay más conciencia social, más organización y más esperanza en que las cosas pueden ser diferentes. Pero lo que permanece igual es la lucha del pueblo, la resistencia, el deseo de justicia que ya sentían los personajes que Gallegos Lara retrataba.
