Una de las adicciones más comunes en los jóvenes de entre 18 y 30 años es la adicción al celular y a las redes sociales. Esta se presenta cuando una persona siente la necesidad constante de revisar el teléfono, publicar contenido, responder mensajes o estar conectada todo el tiempo. Aunque hoy en día es normal usar el celular a diario, el problema aparece cuando se convierte en algo compulsivo, afectando la concentración, el sueño, el rendimiento académico y las relaciones personales.
Otra adicción frecuente en este grupo de edad es el consumo excesivo de alcohol u otras sustancias psicoactivas. En muchos casos, esto comienza como una forma de socializar o relajarse, pero puede evolucionar en un hábito riesgoso si se convierte en una vía de escape o si interfiere con la vida cotidiana. Este tipo de consumo puede traer consecuencias serias, como problemas de salud, conflictos familiares o bajo rendimiento en los estudios o el trabajo.
También es común la adicción a los videojuegos, especialmente entre jóvenes que pasan muchas horas frente a una pantalla. Jugar ocasionalmente no representa un problema, pero cuando el tiempo dedicado a los videojuegos afecta otras áreas importantes de la vida, como el descanso, el estudio o la interacción social, puede convertirse en una forma de dependencia.
Frente a estas situaciones, una solución factible es comenzar por reconocer que hay un problema y establecer límites saludables. Por ejemplo, en el caso del celular, se puede definir un horario de uso, desactivar notificaciones que distraen y reemplazar ese tiempo con actividades que aporten al bienestar, como el ejercicio, la lectura o compartir con otras personas. Cuando se trata del consumo de sustancias o el uso excesivo de videojuegos, es importante buscar apoyo, ya sea en la familia, en instituciones educativas o con profesionales de la salud. Lo esencial es cuidar nuestro equilibrio emocional y físico para tener una mejor calidad de vida.