Las culturas urbanas aportan un gran valor pedagógico y social: pedagógicamente, actúan como pedagogías urbanas invisibles que transforman la ciudad en un aula viva, promoviendo aprendizajes informales, creatividad, diversidad de lenguajes y pensamiento crítico y colaborativo ; interculturalmente, en contextos urbanos diversos, permiten reconocer y valorar identidades múltiples, combatiendo el eurocentrismo y fomentando la convivencia democrática .
Socialmente, ofrecen espacios de pertenencia y empoderamiento juvenil, especialmente en sectores estigmatizados, generando cohesión comunitaria, redes solidarias y nuevos códigos simbólicos y lingüísticos que enriquecen la identidad cultural colectiva . En suma, incorporarlas en la educación no solo visibiliza saberes y formas de expresión juveniles, sino que también fortalece la justicia social, la participación activa y la construcción de inclusión desde lo local.